La Importancia del Cuerpo en la Adoración
Cuando nos arrodillamos y levantamos nuestras manos

Estoy consciente de que hay muchas visiones con respecto a la expresión corporal en la iglesia. A lo largo de los años he escuchado afirmaciones como:
“Una iglesia poco expresiva es una iglesia muerta espiritualmente”.
“Cada uno puede adorar como quiera, todos somos diferentes”.
“No se necesita ser efusivo, todo se trata únicamente del corazón”.
Entiendo los diferentes contextos cristianos y sus ideas. Pero también entiendo que la Biblia no nos da la opción de minimizar ni ignorar lo que hacemos con nuestros cuerpos cuando nos reunimos como su cuerpo para adorar en su presencia.
Si eres de aquellos que levantan sus manos mientras cantan o de aquellos que las mantienen en su bolsillo, mi objetivo es persuadirte de que lo que hacemos con nuestros cuerpos es importante para Dios, para los demás y para nosotros mismos.
Es importante para Dios
Una de las cosas más obvias que me gustaría mencionar es que somos humanos con un cuerpo y un espíritu. Piénsalo. No somos espíritus que revolotean en el aire, ni tampoco una pila de materia reunida. Dios nos creó como seres espirituales y corporales (Génesis 2:7). De hecho, en la nueva creación también tendremos ojos, orejas, manos y pies. Tendremos cuerpos físicos, sin embargo, transformados. En palabras de Pablo, en la nueva creación tendremos cuerpos glorificados (1 Corintios 15:50-54).
La Biblia enseña que hay una conexión intrínseca entre el cuerpo y los afectos. De hecho, esta conexión es la base de las exhortaciones que encontramos en la Biblia acerca de responder a Dios con todo nuestro ser:
“Gritarán de júbilo mis labios cuando yo te cante salmos, pues me has salvado la vida”. (Salmos 71:23 NVI)
“Por lo tanto, hermanos, tomando en cuenta la misericordia de Dios, ruego que cada uno de ustedes, en adoración espiritual, ofrezca su cuerpo como sacrificio vivo, santo y agradable a Dios”. (Romanos 12:1 NVI)
“Alaba, alma mía, al Señor; alabe todo mi ser su santo nombre”. (Salmos 103:1 NVI)
Ahora, no podemos negar que pueden existir abusos. Un par de manos levantadas y oraciones grandilocuentes pueden ser excusa para buscar reconocimiento ante los demás (Mateo 6:5). Sin embargo, esto no debería llevarnos a permanecer impávidos ante su presencia. Nuestros cuerpos fueron hechos para responder en adoración. A lo largo de la Escritura vemos que las criaturas responden externamente al Creador. Aplauden. Se postran. Se arrodillan. Cantan. Gritan. Danzan. Levantan sus manos. Dios es alabado y glorificado con estas reacciones.
También, Dios entiende y se compadece de la condición de nuestros cuerpos. Sin embargo, mientras tengamos la capacidad física de hacerlo, amemos al Señor con todo nuestro corazón, con toda nuestra alma, con toda nuestra mente y con todas nuestras fuerzas (Marcos 12:30). No permitamos que nuestro cansancio ni personalidad tengan la última palabra. Él es digno de ser alabado con todo nuestro ser.
Dios nos creó como seres espirituales y corporales (Génesis 2:7).
Es Importante para los Demás
Dios se agrada de nuestras expresiones externas de adoración. Nuestra adoración es únicamente para su gloria. Sin embargo, nuestra expresión también habla a los demás.
Una de las cosas que nadie puede negar es que nuestro cuerpo también habla. El lenguaje corporal no puede ser ignorado. Si estamos incómodos, nuestro cuerpo lo hará saber. Si nos sentimos felices, nuestro rostro lo va a reflejar. Si sentimos dolor, nuestros cuerpos lo van a comunicar.
Así, un lugar repleto de gente distraída, indiferente y de brazos cruzados; difícilmente puede ayudarnos a percibir la grandeza de Jesús como el glorioso Salvador que es. ¿No debería el poder del amor de Dios tener un profundo impacto en quienes dicen haberlo recibido por gracia en Jesús?
Debemos recordar que cada domingo nos reunimos para aportar en la santificación y edificación de los demás. Las palabras que cantamos no son suficientes para comunicar nuestra gratitud por lo que él ha hecho. Nuestras expresiones corporales importan y pueden afectar a los demás. Cada domingo tenemos también una responsabilidad con nuestras hermanas y hermanos en la fe (Colosenses 3:15-17 NVI).
Nuestra respuesta a la obra de Dios es un potente instrumento evangelizador. El mismo David dijo que, luego de haber confiado en el Señor y haber recibido salvación, Dios también puso un nuevo cántico en su corazón y que ello había resultado en que otros también pudieran temer y confiar en el Señor (Salmo 40:1-3).
¿Qué mensaje entrega nuestro rostro y lenguaje corporal en la reunión? Es muy importante que consideremos esto, ya que nuestro llamado como miembros de la familia de Dios es animarnos los unos a los otros (1 Tesalonicenses 5:11).
Debemos recordar que cada domingo nos reunimos para aportar en la santificación y edificación de los demás.
Es importante para Nosotros

Cada expresión corporal expresa lo que sentimos en nuestro interior. En un cumpleaños cantamos y nos divertimos para expresar alegría. En un concierto de nuestro artista favorito aplaudimos y vitoreamos para expresar admiración. Si nuestros hijos dan sus primeros pasos aplaudimos y sonreímos para expresar orgullo y felicidad. Cuando disfrutamos de una exquisita comida lo comunicamos con nuestro rostro de satisfacción y agradecimiento.
Nuestras expresiones nos ayudan a exteriorizar lo que sentimos o lo que deberíamos sentir en distintos momentos. Nadie nos enseñó a sonreír pero viendo a otros hacerlo entendimos su significado y contexto. La expresión corporal es relevante. En palabras del pastor y músico Bob Kauflin: "Dios es digno de nuestros afectos más profundos, fuertes y puros, y Él quiso que nuestros cuerpos lo demostraran."
Las palabras no lo son todo. De hecho, nuestras expresiones corporales también pueden ayudarnos a guiar nuestros pensamientos y emociones hacia Dios mismo cuando nos sentimos desconectados o distraídos. Levantamos las manos en señal de rendición. Nos arrodillamos en señal de humillación. En otras palabras, nos sometemos en cuerpo y espíritu al Señor.
Nuestras expresiones corporales también pueden ayudarnos a guiar nuestros pensamientos y emociones hacia Dios mismo cuando nos sentimos desconectados o distraídos.
Cada momento de la adoración dominical lleva consigo expresiones corporales y actitudes que nos ayudan a experimentar y comunicar con mayor profundidad el amor, el poder, la gracia, la misericordia, la santidad y la grandeza de Dios. Nuestras expresiones glorifican a Dios, edifican a los demás y moldean nuestras vidas conforme a su imagen. Adoremos a Dios con todo nuestro ser. Adoremos a Dios en espíritu y en verdad.