Palabra y Mesa
27 Entonces, comenzando por Moisés y por todos los Profetas, les explicó lo que se refería a él en todas las Escrituras.
28 Al acercarse al pueblo adonde se dirigían, Jesús hizo como que iba más lejos. 29 Pero ellos insistieron:
—Quédate con nosotros que está atardeciendo, pronto será de noche.
Así que entró para quedarse con ellos. 30 Luego, estando con ellos a la mesa, tomó el pan, lo bendijo, lo partió y se lo dio. 31 Entonces se les abrieron los ojos y lo reconocieron, pero él desapareció. 32 Se decían el uno al otro:
—¿No ardía nuestro corazón mientras conversaba con nosotros en el camino y nos explicaba las Escrituras?
Lucas 24:27-32 NVI
Palabra y Mesa. Esas dos palabras pueden resumir toda la historia de Lucas 24. Jesús se revela a sus temerosos y confundidos discípulos para renovar y encender sus corazones a través de un encuentro profundo con él mismo. Sin embargo, esto es posible solamente cuando los discípulos participan de la Palabra y la Mesa.
Palabra. Más que solo familiarizarnos con las historias y sus personajes, con las enseñanzas morales y con los conceptos teológicos de la Biblia, necesitamos aprender a ver las imágenes, los patrones, las estructuras y los símbolos de la Biblia que nos señalan y dirigen a encontrarnos con Jesús. Recordemos, toda la Biblia cuenta una gran historia que nos habla y revela al Mesías. La Palabra Encarnada puede volver a encender nuestros desorientados y temerosos corazones por medio de la gran historia de salvación relatada en la Biblia.
Mesa. Lucas nos dice que los discípulos le rogaron a Jesús que se quedara con ellos a comer. Sin embargo, es solo cuando Jesús parte el pan y lo bendice que los ojos de los dos caminantes fueron abiertos y pudieron reconocerlo. Fue en la Mesa donde pudieron ver realmente al Mesías. El Mesías que fue quebrantado se hace presente cuando el pan es partido en la Mesa de su pueblo.
El pasaje nos enseña que cada creyente, cada comunidad cristiana, necesita encontrarse con Jesús a través de la Palabra y la Mesa. Nuestros confundidos, temerosos y vagabundos corazones necesitan ser nuevamente encendidos y hallados por Jesús a través de la Palabra y la Mesa.
Roguemos para que cada día y cada domingo (Lucas 24:1; 13), Jesús mismo abra nuestros ojos y encienda nuestros turbados corazones mientras venimos como un solo pueblo para disfrutar de su presencia y ser enviados para anunciarlo al mundo.
Que nuestras vidas estén llenas de Palabra y Mesa.