Cómo lo que creemos modela nuestras vidas: Dios Creador

La doctrina de la Creación muchas veces es vista como algo sencillo y superficial. Como si su único fin fuera alejar a los creyentes de las teorías de la evolución. Sin embargo, si meditamos en profundidad, veremos que sus implicancias son insondables en relación a la identidad humana y la vida cristiana.
1. La Biblia testifica a Dios como Creador
La Biblia es clara:
“En el principio, Dios creó los cielos y la tierra.” (Génesis 1:1 NTV)
“Todas las cosas fueron hechas por medio de Él [el Verbo], y sin Él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho.” (Juan 1:3 NBLA)
“Por la fe entendemos que Dios creó el universo por medio de su palabra, de modo que lo que ahora vemos fue hecho de lo que no se veía.” (Hebreos 11:3 RVC)
“Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él.” (Colosenses 1:16 RVR1960)
“Digno eres, Señor, de recibir la gloria, la honra y el poder; porque tú creaste todas las cosas, y por tu voluntad existen y fueron creadas.” (Apocalipsis 4:11 RVC)
“Mi ayuda proviene del Señor, creador del cielo y de la tierra.” (Salmos 121:2 NVI)
La Escritura nos enseña que todo lo que vemos en el mundo y también aquello que no vemos es obra del Señor. No hay varios dioses dueños de ciertos elementos como el agua, el fuego, la guerra o la prosperidad. No. La Biblia declara que solamente Dios, YHWH, es el Creador y Sustentador de todas las cosas, quien proveyó de propósito y sentido todo lo que existe. De hecho, la Biblia nos invita a adorar a Jehová por su poder, sabiduría y majestad reflejados en la Creación:
¡Vengan, y rindámosle adoración! ¡Arrodillémonos delante del Señor, nuestro Creador! (Salmo 95:6 RVC)
Los cristianos creen y defienden esta doctrina, sin embargo, ¿cómo se relaciona con la vida cristiana aquí y ahora?
2. Creados a su imagen
Génesis 1:26 dice:
“Entonces dijo Dios: ¡Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza! ¡Que domine en toda la tierra sobre los peces del mar, sobre las aves de los cielos y las bestias, y sobre todo animal que repta sobre la tierra!”
Si bien existe una larga discusión teológica acerca del significado del texto anterior en relación al plural “hagamos”, nos concentraremos en lo segundo: imagen y semejanza. Estos dos términos—imagen y semejanza—no se refieren a dos cosas distintas. Más bien se trata de un paralelismo usado por el autor para resaltar el hecho de que Dios haya hecho al hombre y la mujer conforme a su imagen. Ciertamente, no se trata de que los hombres sean considerados dioses en el sentido más tradicional de la palabra, es decir, que posean una serie de atributos divinos e infinitos que se le atribuyen a Dios. No. Más bien habla de lo que sigue luego en el mandato que Dios hace:
“[…] ¡Que domine en toda la tierra sobre los peces del mar, sobre las aves de los cielos y las bestias, y sobre todo animal que repta sobre la tierra!” (1:26)
“Y los bendijo Dios con estas palabras: «¡Reprodúzcanse, multiplíquense, y llenen la tierra! ¡Domínenla! ¡Sean los señores de los peces del mar, de las aves de los cielos, y de todos los seres que reptan sobre la tierra!” (1:28)
Al igual que al resto de la Creación, Dios es quien provee de sentido y una misión a la humanidad, entregándole identidad al hacerla a su imagen y semejanza. La Biblia es clara al enseñarnos que el mundo es la buena creación de Dios. Por lo tanto, el quehacer en medio del mundo es bueno e importante. Sin embargo, la Biblia también nos enseña que la humanidad fue hecha para reflejar la imagen de Dios en el mundo y sus quehaceres. Esto significa reinar, juntamente con Dios, sobre el mundo en amor, responsabilidad, compasión, sabiduría, misericordia y creatividad. En otras palabras, no se trata solamente de hacer cosas en el mundo sino de cómo vivimos de acuerdo a la imagen de Dios que somos en el mundo mientras nos involucramos en la cultura, las artes, la tecnología, la salud, la política, la educación, la familia y la economía. Una hermosa imagen de aquello es la ilustración del Edén como un jardín que debe ser cuidado y mantenido a fin de dar fruto.
No es casualidad que las tareas fundacionales que Dios entrega a la humanidad en Génesis 1 son la ganadería y la agronomía como señal incipiente de su misión social-cultural en el mundo. En definitiva, portar la imagen de Dios implica participar en el mundo de Dios reflejando, al mismo tiempo, el carácter de Dios.1
3. La doctrina de la Creación en la vida cristiana

Cuando entendemos quienes somos a la luz de quien es Dios, todo cambia. Nuestra percepción de nosotros mismos y de los demás se ve moldeada por esta fundamental verdad: todas las personas son Creación única y sublime de Dios, portadores de su santa imagen en el mundo. Aquello nos lleva a reconsiderar cómo nos relacionamos con nuestros quehaceres, pero, sobretodo con nuestros hijos, padres, amigos, compañeros de trabajo y universidad, abuelos, primos, hermanos en la fe, autoridades gubernamentales y la sociedad en la que vivimos.
Tal vez, cuando la verdad de la doctrina de Dios como el Creador cale hondo en nuestros corazones, pensaremos mejor antes de ofender, despreciar, humillar, discriminar, lastimar, robar y atacar a otro que, al igual que yo, es un portador de la imagen de Dios. Así mismo, cuando la verdad de Dios como Creador logre adentrarse en nuestros corazones podremos aceptar, valorar y celebrar a los demás como distintos a nosotros mismos, ya que portan la imagen del Creador. Igualmente, podremos valorarnos a nosotros mismos y agradecer a Dios por crearnos tal cuál lo ha hecho sin los complejos físicos, étnicos, económicos, sociales o educacionales que el mundo impulsa. Este tipo de doctrina nos invita a pensar cómo nos relacionamos con aquel es distinto a nosotros sabiendo que también porta la imagen del Dios creador. En este lugar hacen mucho más sentido las palabras de Pablo cuando menciona:
“Porque todos ustedes, los que han sido bautizados en Cristo, están revestidos de Cristo. Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer, sino que todos ustedes son uno en Cristo Jesús. Y si ustedes son de Cristo, ciertamente son linaje de Abrahán y, según la promesa, herederos.” (Gálatas 3:27-29 RVC)
Así, la tarea última de la iglesia y la vida cristiana es ser parte de la nueva humanidad, aquella que, a pesar de sus múltiples diferencias, logra vivir en amor sacrificial y auto entrega reflejando la imagen del Trino Dios Creador, Señor y Redentor del mundo. Paradójicamente, es Jesucristo, Dios encarnado, quien vino a mostrarnos cómo ser verdaderamente humanos al vivir en perfecto amor a Dios y a los demás. El ministerio de Cristo, si bien responde a la redención del mundo venciendo el pecado, la muerte y la maldad, es también el reflejo perfecto de cómo luce la imagen de Dios en el mundo en la humanidad. A la luz de lo anterior, podemos reflexionar acerca de su implicancia en nuestras vidas cristianas.
¿De qué formas nos ayuda la doctrina de la Creación a amar de mejor manera a Dios y a los demás?
¿Cómo moldea la doctrina de la creación nuestra autopercepción como portadores de la imagen de Dios?
Para más información acerca de la imagen de Dios, Imago Deo; revisar el capítulo 2: Why are we here?, del libro A New Heaven and a New Earth: Reclaiming Biblical Eschatology, J. Richard Middleton, Baker Academic, 2014.