Corriendo contra caballos en la selva
“Si corriste con los de a pie
e hicieron que te cansaras,
¿cómo competirás con los caballos?
Si tropiezas en una tierra tranquila,
¿qué harás en la espesura del Jordán?” Jeremías 12:5 NVI
Los cristianos viven en un mundo quebrado y experimentan las mismas complejidades que el resto de las personas. La vida no es fácil. Ahora, Jeremías nos está invitando a meditar profundamente acerca de esto con la siguiente pregunta: ¿Podrías ganarle una carrera a un caballo corriendo en medio de una densa selva?
Veámoslo así: las ideas culturales del mundo, nuestros propios deseos desordenados y malos hábitos son como veloces “caballos”; mientras que las adversidades de este mundo –injusticias, muerte, enfermedades, violencia, etc.– son como una “densa selva” que nos atrapa y ralentiza hasta paralizarnos. Sí, estamos en medio de una carrera, y sí, estamos en seria desventaja.
Puede parecer frustrante, pero la vida cristiana es un viaje de largo aliento, no un breve trote ocasional (1 Cor 9:24; Gál 5:7; Fil 3:14; 2 Tim 4:7). Seguir a Jesús es algo serio, podríamos decir que se trata de vida o muerte. Por ello, a fin de no desanimarnos y regresar, debemos aprender cómo andar en la fe que hemos recibido por gracia.

Los Salmos de Ascenso 120-134 (shiray hammaloth)
Tras el retorno del exilio babilónico, cada familia, dentro o fuera de Jerusalén, tenía la obligación y el privilegio de unirse al pueblo de Israel en adoración a YHWH en el Templo, tal como lo ordenaba la ley (Levítico 23). Era un peregrinaje físico pero también espiritual.
Se dice que los peregrinos judíos cantaban salmos mientras se dirigían a Jerusalén. Estos salmos son reconocidos como salmos de ascenso (salmos 120-134), pues los peregrinos subían al monte Sión, donde estaba ubicada Jerusalén. Así, este antiguo himnario era una herramienta espiritual de preparación, devoción y santificación comunitaria.
Ahora, la Biblia tiene muchas historias de viajes y peregrinajes. Tenemos a Abraham y Sara, quienes fueron llamados por Dios a dejar su tierra en dirección a Canaán. Está Jacob, quien luego de un gran altercado familiar huyó y recorrió un largo viaje hasta poder regresar y hallar reconciliación. Podemos recordar el Éxodo que Dios preparó para que Israel saliera de la esclavitud de Egipto en dirección a Canaán y sus 40 años de trayecto por el desierto.
Pero sobre todo lo anterior podemos meditar en la vida de Jesús, nuestro Señor, quien vino de los cielos a la tierra. Comenzó su ministerio en el desierto, a las afueras de Jerusalén, en dirección a la cruz del Calvario. Del cielo a la tierra y de la tumba a los cielos. ¡Vaya viaje! Lo mismo sus primeros discípulos y la iglesia, quienes fueron comisionados por Jesús, en el poder del Espíritu Santo, desde Jerusalén hacia los confines de la tierra (Mateo 28:16-20).
Hoy, como parte de su iglesia, también nos encontramos en medio del mismo antiguo viaje. Así, estos salmos también son nuestros himnos y canciones de ruta en nuestro andar cristiano. Israel peregrinaba a Jerusalén para adorar a YHWH en el Templo, nosotros caminamos hacia la Nueva Jerusalén para adorar al Dios Creador de todas las cosas y al Cordero de Dios (Apocalipsis 4-5).

De Turistas a Discípulos Peregrinos
“2 Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. 3 Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo.” Hebreos 12:2-3 NVI
Lo instantáneo está por todos lados y permea toda nuestra vida. Ponte a pensar: queremos comida rápida, información instantánea, placer automático y reconocimiento apresurado. Sin darnos cuenta, esperamos que todo funcione para nuestro propio beneficio de la manera más pronta posible.
De la misma forma, pensamos que la madurez espiritual se alcanza individualmente y de manera veloz. A menudo, vemos la espiritualidad como una “experiencia turística”. Pensamos que podemos ir y volver a nuestro antojo. Vivimos como si fuéramos visitantes de la gracia de Dios, su evangelio y la iglesia.
En contraste, el escritor de Hebreos nos recuerda que la vida cristiana no es instantánea. No es ocasional. Se trata de un camino de perseverancia y obediencia ante la oposición. En palabras del pastor Eugene Peterson, el camino de la fe se trata de “una obediencia larga en la misma dirección”.1
Necesitamos dejar de ser “turistas” y comenzar a ser “discípulos peregrinos”. Discípulos porque estamos llamados a negarnos a nosotros mismos, es decir: llamados a seguir y aprender a obedecer en todo a nuestro Señor Jesucristo (Lucas 9:23-26). Peregrinos porque debemos sabernos ajenos a este mundo y a sus formas (1 Pedro 2:11-12; Romanos 12:2). Necesitamos formación cristiana para que nuestras ideas, deseos y hábitos sean transformados por el poder de la palabra de Dios y la obra del Espíritu Santo. No es automático. Toma tiempo y es trabajoso.
Es imposible combatir las ideas culturales con las que crecimos sin comprometernos al estudio constante de su palabra. Es ficticio querer cambiar nuestros deseos desordenados sin comprometernos a vivir vidas de oración, ayuno y adoración a Dios. Es ficticio pensar que nuestros malos hábitos egoístas serán transformados sin la necesidad de vivir en servicio sacrificial a Dios y los demás. ¿En serio pensamos que se puede correr contra caballos en medio de una densa selva y ganar sin cansarse?
Mientras caminamos
“3 Muchos pueblos vendrán y dirán:
«¡Vengan, subamos al monte del Señor,
al Templo del Dios de Jacob!
Dios mismo nos instruirá en sus caminos
y así andaremos por sus sendas».” Isaías 2:3a NVI“29 Ustedes cantarán
como en noche de fiesta sagrada;
su corazón se alegrará,
como cuando uno sube con flautas
a la montaña del Señor,
a la Roca de Israel.” Isaías 30:29 NVI
Estos dos pasajes reflejan aquel antiguo peregrinaje del pueblo Israel hacia la casa de Dios. El primero se centra en la instrucción y el segundo en los cánticos. En otras palabras, podemos decir que el pueblo de Dios está llamado a una caminata cantada hacia la nueva creación. Mientras caminamos juntos en el Señor aprenderemos a vivir según su palabra, pero también nuestros corazones serán alegrados en medio de la adoración al Señor. Avanzamos con pasos de obediencia y adoración, como discípulos y peregrinos.
Así que mientras caminamos como un mismo pueblo, seremos enseñados y animados por Dios mismo. Nuestras mentes y manos aprenderán a hacer su voluntad, mientras que nuestros corazones se gozarán al aprender a amarle y adorarle por sobre todas las cosas.

Una guía espiritual cantada
“12 Por tanto, renueven las fuerzas de sus manos débiles y de sus rodillas temblorosas. 13 «Hagan sendas derechas para sus pies» para que la pierna coja no se disloque, sino que se sane.” Hebreos 12:12-13 NVI
El escritor de Hebreos se dirige a una comunidad que estaba atravesando arduas pruebas. Muchos estaban dudando y retrocediendo. Otros estaban siendo arrastrados por falsos maestros. Igualmente, había varios enfrentando persecución e incluso encarcelamiento por la causa de Jesús. Por ello, su propósito principal es recordar a sus hermanos que el Mesías Jesús es digno de confianza y lealtad ante cualquier dificultad, incluyendo persecución y peligro de muerte.
En este breve pasaje, casi en la última parte del libro, el escritor está animando a sus lectores a seguir el ejemplo de mujeres y hombres de la antigüedad que permanecieron fieles a pesar de las adversidades (Hebreos 11-12:1). De hecho, el autor de Hebreos está desafiando a la comunidad a tener en cuenta (considerar) y seguir el ejemplo de Jesús mismo, el Mesías de Dios que fue obediente y soportó la cruz por la esperanza de gloria que tenía por delante (Hebreos 12:2-3).
Mi oración es que, a través de estos salmos, seamos fortalecidos en medio de nuestro agotamiento, sanados en medio de nuestras enfermedades y redireccionados en medio de nuestra confusión. Si bien la vida cristiana puede parecerse a la de un trapecista que debe pasar de un lado al otro enfrentando el peligro, sabemos que el mismo Dios que nos llamó nos guardará hasta el final (Filipenses 1:6).
Mi deseo es que estos antiguos himnos nos acompañen mientras avanzamos a la madurez cristiana creciendo juntos en arrepentimiento, fe, adoración, servicio, gozo, trabajo, perseverancia, humildad, obediencia y comunión. Ya no siendo turistas incautos, sino que discípulos que obedecen las palabras de Jesús y peregrinos en medio de un mundo quebrado, comprometidos a vivir una obediencia larga en la misma dirección.
Eugene H. Peterson, Una Obediencia Larga en una Misma Dirección: Discipulado en una Sociedad Instantánea.