Anteriormente, escribí acerca de la sección de Números 1-4. En esta oportunidad, mi intención es compartir una breve reflexión de mi lectura de Números 15-17. Sé que son varios capítulos más adelante que el post anterior, así que trataré de resumir la historia para reducir la brecha. Comencemos.

El campamento (Números 1-4)
En esta sección de la historia Dios organiza el campamento de los israelitas en su peregrinaje a través del desierto hacia la Tierra Prometida.
Primero, se describe un censo que da cuenta de cómo el pueblo se había multiplicado grandemente conforme a la promesa de Dios. Después, se organizó el campamento con el Tabernáculo ubicado en el centro, rodeado por los sacerdotes y levitas, y luego por el resto del pueblo con la tribu de Judá a la cabeza. La santa presencia de Dios era el centro de la existencia del pueblo.1
Finalmente, se describen las tareas y funciones que tenían los sacerdotes y levitas, especialmente su labor de desarmar, transportar y armar el Tabernáculos con los utensilios consagrados a Dios.
La purificación del campamento (Números 5-6)
Después de su organización, Dios instruye al pueblo purificar el campamento para no profanar la Tienda de Reunión. Si el Dios santo estaba en medio de ellos, el campamento debía ser conservado puro.
Parte de la purificación también incluyó instrucciones para restituir el daño hecho al prójimo, es decir, pecados contra el Señor. Igualmente, se menciona una curiosa ley para lidiar con las sospechas de engaño o adulterio en el matrimonio.
También, en esta sección se describe el procedimiento que se debe seguir si alguien de la comunidad desea consagrarse de manera especial al Señor. Este voto nazareo era temporal y exigía una devoción similar a la del sacerdocio.
Al final, Dios instruye a Moisés acerca de cómo los sacerdotes debían impartir una bendición especial sobre los israelitas.
Las ofrendas para el altar (Números 7)
En esta sección, Moisés erige y consagra la Tienda de Reunión junto con sus utensilios. Igualmente, se describe la ofrenda que cada tribu de Israel entregó para iniciar las labores y el servicio de los levitas en el Tabernáculo y para la consagración del altar. Por último, Moisés distribuye carretas con bueyes entre los levitas, quienes tenían la labor de desarmar, transportar y armar la Tienda de Reunión.
La dedicación de los Levitas (Números 8)
Esta sección abre señalando el especial y exclusivo servicio que Aarón —la cabeza de los sacerdotes y representante de todo israel— debía realizar en el templo instalando el candelabro en el lugar santo. Esta lámpara de luz de siete brazos siempre estaba encendida y representaba la bendición de Dios sobre su pueblo mediada por la intercesión de los sacerdotes.2
Finalmente, se describe la purificación, consagración e instalación de los levitas; quienes eran considerados los sustitutos de los primogénitos de Israel, encargados de realizar expiación por los pecados de toda la comunidad, según los sacrificios y rituales establecidos por Dios.
La segunda Pascua (Números 9)
Este capítulo describe la segunda pascua celebrada por los israelitas para conmemorar su salida de la esclavitud en Egipto por medio de la mano poderosa de Dios.
También, se relata un dilema acerca de la celebración de la pascua, ya que había algunos que no podían celebrarla al encontrarse en un estado de impureza ritual. Moisés consulta con Dios y recibe la instrucción de lo que se debía hacer en dichos casos.
Por último, el pasaje comenta que el pueblo avanzaba o se detenía solamente cuando Dios así lo indicaba. El campamento israelita se ponía en marcha cuando la nube que cubría la Tienda de Reunión se apartaba. Igualmente, los israelitas acampaban donde la nube se detenía.
Las trompetas de plata (Números 10)
Juntamente con la nube, esta sección describe la manufactura de dos trompetas de plata, cuyo sonido era para guiar y coordinar el movimiento de las tribus en el desierto. Estas trompetas servían tanto para reunir al pueblo como para dar la señal de avance o detención del campamento.
También, se describe el orden en el que el campamento se desplazó desde el desierto del Sinaí hasta el desierto de Parán en su primera marcha.
Tres quejas (Números 11-12)
Es en esta sección donde comienzan los problemas. Apenas se ponen en marcha, aparecen las multiples quejas de los israelitas.
La primera queja del pueblo se debe a las dificultades que estaban experimentando por el viaje en medio del desierto. Dios responde consumiendo los alrededores del campamento, sin embargo, Moisés intercede por ellos ante Dios y el fuego se apagó.
En la segunda queja se describe al pueblo llorando y lamentándose por no poder comer la carne, el pescado, las frutas y las verduras que comían en Egipto. Dios responde en juicio enviando una cantidad exacerbada de codornices y con una horrenda plaga.
La tercera queja proviene de los hermanos de Moisés —Miriam y Aarón— en contra del oficio profético exclusivo de su hermano. Una enfermedad a la piel afecta a Miriam y Aarón ruega a Moisés que interceda por ellos ante Dios por misericordia y para que la sane. Moisés lo hace y Miriam es aislada de la comunidad por siete días hasta que se declara que ya no está enferma, por lo tanto, está apta para acercarse al campamento y a la Tienda de Reunión. El campamento se pone en marcha luego de esto.
La rebelión de los espías (Números 13-14)
Esta sección puede resumirse en una sola palabra: tragedia.
Dios instruye a Moisés enviar a 12 representantes de cada tribu a explorar la tierra de Canaán. Se menciona en una lista quienes fueron y se destaca la figura de Josué, quien luego se convertiría en el sucesor de Moisés.
En su reporte, los exploradores reconocen que la tierra es tal como Dios lo había prometido: una tierra fructífera donde fluía leche y miel. Sin embargo, en vez de alentar a la comunidad, los espías desaniman a los israelitas asegurando que la ciudad estaba fortificada y llena de enemigos —gigantes—, es decir, era imposible de conquistar. Los únicos que tratan de animar al pueblo a obedecer a Dios son Caleb y Josué.
Ante este fatal reporte, los israelitas lloran y se quejan amargamente, incluso acusando a Dios de llevarlos a morir a Canaán. Dios se disgusta con los israelitas y cuando está a punto de castigarlos con una plaga mortal, Moisés intercede por ellos ante Dios apelando a su misericordia y a la exaltación de su nombre ante las demás naciones.
Si bien Dios no lleva a cabo su castigo mortal hacia los israelitas, pronuncia una sentencia: ninguno de aquella generación entraría a Canaán, sino que iban a vagar por 40 años y morirían en el desierto. Junto con aquella sentencia, Dios juzga a los espías rebeldes por medio de una plaga y mueren, con la excepción de Josué y Caleb.
Finalmente, los israelitas entran en pánico por la sentencia de Dios hacia ellos y por el juicio recibido por los espías rebeldes. De hecho, en su desesperación buscaron conquistar la tierra por sí mismos, pero fueron escandalosamente derrotados por los amalecitas y los cananeos en un monte cerca de Jormá, incluso cuando Moisés les advirtió no hacerlo.
La rebelión de los levitas (Números 15-17)
La sección comienza cuando Dios instruye nuevamente al pueblo acerca de los ritos de purificación del campamento y las primicias que debían realizar cuando él les diera la tierra de Canaán. Esto puede pasar desapercibido, pero si leemos bien notaremos que Dios está asegurando a los israelitas que cumplirá su promesa: él les dará la tierra.
Luego, en la narrativa de Números 15-17 hay tres nuevas historias de rebeliones: (1) se infringe el día de reposo; (2) se rebelan los levitas liderados por Coré, Datán y Abirán; y (3) el pueblo se rebela nuevamente acusando a Moisés y Aarón de haber matado a los israelitas que fueron juzgados por Dios.
Estas tres rebeliones son relatadas con detalle y de manera muy dramática. Sin embargo, me gustaría mencionar lo que llamó mi atención.
Me parece relevante que, incluso en medio de todo esta intensa tragedia, Dios entregó tres "ayudas visuales" a los israelitas, a fin de que se mantuvieran santos y obedecieran su Palabra. Observemos:
1. Luego del juicio del infractor del día de reposo, Dios instruyó a los israelitas coser flecos en los bordes de sus ropas con hilo azul para ayudarles a recordar que debían obedecer sus mandatos y no ser seducidos por sus deseos desordenados (15:37-41).
2. Después de la rebelión de los levitas, Dios mandó fundir los incensarios de bronce usados por los rebeldes que murieron (Coré, Datán, Abirán y los 250 que los apoyaron) para recubrir el altar con láminas como una señal que infundiera temor en el pueblo y ninguno que no fuera descendiente de los levitas se atreviera a ofrecer incienso ante el Señor (16:36-40).
3. El resto del pueblo se sumó a la sublevación y Dios los castigó con una plaga de muerte. Sin embargo, Aarón intercedió y se interpuso entre vivos y muertos en el campamento para ofrecer incienso a Dios y pedir perdón por la rebeldía de los israelitas. Tras esto, Dios ordenó realizar una curiosa prueba con doce varas para probar que Aarón era su sumo sacerdote elegido, encargado de interceder y realizar expiación por los pecados del pueblo. Esto buscaba acabar con las quejas contra Aarón y Moisés: la vara de Aarón no solo había retoñado, sino que también tenía botones, flores y almendras (Números 17:8-10).
En resumen, Dios entregó tres ayudas visuales en medio de la rebelión para llamar al pueblo a temor, obediencia y santidad: (1) flecos en la ropa, (2) láminas de bronce que cubrían el altar y (3) la vara de Aarón florecida puesta en el arca del pacto.
Estas pueden parecer historias o señales muy raras y lejanas. Sin embargo, esto también ocurre en nuestras vidas hasta el día de hoy. Si bien Dios ya nos entregó la mejor señal (su Palabra), también nos entrega muchos recordatorios y advertencias.
Un ejemplo de esto es cuando podemos ver las consecuencias del pecado en la vida de los demás o en la propia: reconocidos líderes en desobediencia; fraudes que salen a la luz; iglesias divididas; matrimonios destruidos; abusos reportados; adulterios; familias enemistadas; entre otras cosas.
Si bien no es la voluntad de Dios que estas cosas ocurran, igualmente podemos aprender mucho al verlas como señales para temer y obedecer a Dios. No miramos el pecado de los demás para creernos mejores, sino que lo hacemos con temor sabiendo que nosotros también podemos caer. Nuestro corazón es engañoso.3 Necesitamos mirar constantemente las señales y advertencias a nuestro alrededor para desarrollar un temor reverente a él. Solo así nos iremos conviriendo en personas más sabias.4
Esto me hace meditar en que Dios no solo es Juez Justo, sino que también el Buen Maestro que busca instruir a su obstinado pueblo con paciencia y misericordia.
¿Y tú, estás mirando las señales que Dios te da cada día para llamarte a obediencia, santidad, temor y sabiduría?
Guía de Números de Proyecto Biblia, revisada el 22 de agosto 2024.
Comentario de Números (TOTC) de Gordon J. Wenham.
Jeremías 17:9-10.
Proverbios 1:7.