Leyendo Números 25

Introducción
Números 25 se sitúa en el contexto de las historias del desierto de Moab (Números 22-36). Esto es importante, ya que luego otros escritores de la Biblia recordarán estos incidentes para advertir al pueblo de Dios de las graves consecuencias de la idolatría y la desobediencia. De hecho, así es como nosotros deberíamos leerlas: no somos mejores que Israel.1
Por otro lado, el incidente relatado en el capítulo 25 (cuyos detalles veremos más adelante) viene a ser un balde de agua fría luego de la maravillosa historia donde Dios protege a su pueblo de la maldición y lo bendice por medio del profeta–vidente Balán (Números 22-24). Según el académico Gordon J. Wenham, este es un recurso recurrente en la Biblia: poner magníficas historias junto a otras con graves incidentes. Este gran contraste literario suele destacar la maravillosa gracia de Dios frente a la incorregible inclinación de la humanidad al pecado.2
Ahora sin más, comencemos con Números 25.
El incidente (Números 25)
No hay que ser muy brillante para darse cuenta de que esta breve narrativa nos presenta una trama muy difícil de digerir. Es un episodio de idolatría e inmoralidad sexual por parte del pueblo de Israel que luego es castigado por Dios por medio de una plaga y varios condenados a muerte (una historia perfecta para una clase de niños, ¿verdad?).
Bueno, la historia se podría resumir así:
El pueblo es seducido por mujeres (prostitutas de religiones paganas) de Moab para incurrir en sacrificios e inmoralidad sexual en adoración a Baal Peor.
La ira de Dios se desata sobre el pueblo, esto significa una condena a muerte para los líderes involucrados (empalamiento—ahorcamiento) y una plaga mortal que azota a todo el pueblo (ya te dije que es una historia para mayores de edad).
Finés, el nieto de Aarón, se destaca como una especie de justiciero o héroe al asesinar —aparentemente en el acto sexual mismo— a un israelita y una mujer madianita, atravesándolos con una lanza en el campamento (te dije que la historia no es muy inspiradora).
Dios reconoce a Finés por su celo por su honor y ratifica su parte en el sacerdocio.
Se mencionan los nombres de la mujer madianita, Cozbí, y el israelita, Zimri, a modo de castigo ejemplificador (un lindo reconocimiento, ¿no?).
Dios manda a Moisés a exterminar a los madianitas por ser culpables de desviar al pueblo de Israel.
Debemos reconocer que es una historia cruda, grotesca y descarnada. Sinceramente, no es una historia que me gustaría leer para mis futuros hijos antes de dormir. Pero, ¿por qué se incluye una historia así en nuestra Biblia?
Bueno, en primer lugar porque es un pecado que efectivamente el pueblo de Israel cometió. Los escritores bíblicos no tienen la intención de encubrir los pecados de nadie (si me preguntas a mí, son unos acusetes).
También, ya mencioné que hay varias historias de luces y sombras puestas juntas en la Biblia. Algunos ejemplos son: la entrega de la ley en el Sinaí y el becerro de oro (Éxodo 20-32), la ordenación de los hijos de Aarón tras la desobediencia y muerte de sus hijos (Levítico 8-10), el pacto de Dios con David y su macabro crimen de violación y asesinato (2 Samuel 7-10), entre otras.
Todas estas historias, si bien son terribles, están en nuestra Biblia para ayudarnos a ver la gravedad del pecado y la gloriosa gracia de Dios. Son al mismo tiempo, una advertencia para que no pequemos y un llamado al arrepentimiento si hemos pecado.
Recordemos que ninguno de nosotros está libre del pecado, ya que nuestros corazones son engañosos. Sin embargo, Dios es fiel y justo para perdonar si confesamos nuestra maldad delante de él y nos apartamos del mal. Así, estas historias están para ayudarnos a crecer en sabiduría, es decir, en el temor al Señor para ser guardados del pecado y sus horribles consecuencias para nosotros y los demás.3

Conclusiones
Una historia familiar
En primer lugar, quiero destacar que esta historia es muy similar, casi un reflejo, a la del becerro de oro de Éxodo 32 (estos isrealitas no aprenden, ¿no?). De hecho, según Gordon Wenham, tienen patrones similares: idolatría, el juicio inmediato por la ira de Dios, el protagonismo del sacerdocio (levitas), ambas historias son precedidas por la revelación de Dios y su bendición sobre Israel (La ley y los oráculos de Balán).4
Lo anterior es importante y se repite no solamente como un patrón literario, sino como una profunda advertencia para nosotros. Nuestras vidas también están marcadas por patrones de idolatría, desobediencia y graves consecuencias por nuestros pecados. Sin embargo, también podemos reconocer la constante misericordia, perdón, salvación y bendición de Dios. No somos tan distintos a Israel. Estas historias y nuestros pecados pasados deberían animarnos a estar alerta, siempre buscando obedecer a Dios, guardando no desviarnos.
El ejemplo de Finés
Igualmente, no debemos perder de vista el ejemplo de Finés. Si bien ninguno de nosotros está llamado a atravesar a alguien con una lanza (por mucho que a veces nos guste la idea), sí estamos llamados a actuar de manera radical en contra del pecado. Finés no dudó en tomar acción en contra del pecado de Zimri y Cozbí. De la misma manera, nosotros no debemos darnos el lujo de coquetear o flirtear con el pecado, cualquiera este sea. Debemos estar vigilantes para denunciar y prevenir nuestro pecado y el de los demás.
Dios de justicia y misericordia
Por otro lado, este pasaje nos desafía enormemente en cuanto a quién es Dios. Podemos estar tentados a pensar que Dios es permisivo y que siempre podemos salir ilesos de nuestros pecados. Dios es perdonar y rico en misericordia, decimos, pero no debemos olvidar que el mismo Dios perdonador es también juez justo y celoso con su pueblo. No debemos confundir el perdón de Dios con ser librados de las consecuencias de nuestro tenaz pecado y rebeldía. Dios es justo, santo y celoso.
La seriedad de “desviar” al pueblo de Dios
Finalmente, un detalle que llamó mucho mi atención fue el tema de ser responsables de “desviar al pueblo de Dios”. Dios se toma muy en serio el pecado de aquellos que corrompen a su pueblo y los alejan de su ley (los líderes israelitas y los moabitas fueron condenados). Este tema es recurrente en la Biblia y muchos líderes, jueces, y reyes de Israel fueron acusados y condenados por este pecado.
Esto es algo que se relaciona directamente con aquellos que tienen una responsabilidad formal en la iglesia (pastores, presbíteros, diáconos, líderes, maestros). Pero no es algo exclusivo de ellos. Es decir, cualquier persona puede ser un instrumento de bendición o ruina en la iglesia, el trabajo, el hogar, la sociedad, etc. Jesús mismo dijo: ¡Ay de aquel hombre por quien viene el tropiezo! (Mateo 18:7).
Entonces, si Dios nos ha puesto en una posición donde tenemos influencia sobre los demás (sobre todo en lugares donde no se conoce el evangelio), debemos tomarlo muy, muy en serio.
Dios nos ayude.
Isaías 60; Ezequiel 20; Jeremías 7; Salmo 78; 95; 106; 1 Corintios 10; Hebreos 3-4.
Comentario de Tyndale del Antiguo Testamento: Números, Gordon J. Wenham, p.169 (TOTC).
Proverbios 1:7; 9:10.
Comentario de Tyndale del Antiguo Testamento: Números, Gordon J. Wenham (TOTC).