Leyendo Números 26-27
El reconocido teólogo anglicano, Graem Goldsworthy, resume la historia del Antiguo Testamento como una historia que trata del “pueblo de Dios viviendo en la tierra de Dios bajo el gobierno y bendición de Dios”.1 De hecho, Números 26-27 puede resumirse en 3 palabras: pueblo, tierra y ley.
El pasaje de Números 26-27 nos presenta un segundo censo a Israel; instrucciones de la futura repartición de la tierra prometida; y nos relata dos casos de herencia–sucesión dictaminados por YHWH. Empecemos.
Segundo Censo: mirando al pasado y al futuro (Números 26)
Debemos recordar que el contexto inmediato de este censo guarda relación con la orden de Dios de atacar a los Madianitas tras seducir y guiar a Israel a la idolatría (Números 25:16-18). Así que un censo para registrar la fuerza militar de Israel parece apropiado para la guerra que se avecina.2 (Otra linda historia bíblica de guerra salvaje apta para todo público. Sí, estoy siendo sarcástico.)
A través de este censo, también se puede apreciar el cumplimiento parcial de la promesa antigua de Dios —descendencia, tierra y bendición— hecha a los patriarcas, ya que se registra cómo el pueblo se ha multiplicado grandemente durante estos más de 40 años fuera de Egipto.3 Luego del censo, Dios instruye a Moisés acerca de la repartición futura de las tierras según el tamaño de cada tribu y según la suerte echada por los sacerdotes (26:52-56), algo que se cumpliría de manera plena más adelante en la historia de Israel (Josué 13-24). (Ups! Spoiler Alert!)
En resumen, podríamos decir que tanto la consideración de la fuerza militar de Israel como las instrucciones para repartir la tierra de Canaán entre las tribus son elementos que miran hacia el pasado como también hacia el futuro del pueblo de Dios.
40 años de altos y bajos
Por otro lado, si ponemos atención, veremos que el censo incluye detalles acerca de 3 tropiezos críticos que tuvo el pueblo de Israel luego de su salida milagrosa de Egipto:
La rebelión de Coré y sus seguidores, Datán y Abirán, quienes fueron tragados por la tierra (Números 26:8-11; Números 16).
La muerte de los hijos de Aarón –Nadab y Abiú– tras ejercer de manera ilegítima su sacerdocio ofreciendo fuego profano en el Tabernáculo (Números 26:60-61; Levítico 10).
Un triste recordatorio: ninguno de aquellos que se coludieron con los exploradores rebeldes de la primera generación sobrevivió, con la excepción de Caleb y Josué (Números 26:64-65; Números 13:26–14:38).
(Parece que a los escritores bíblicos les encanta recordar los errores pasados de las demás personas, ¿verdad? Listo, había que decirlo y lo dije.)
Herencias y Sucesiones (Números 27)
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Números 27 está conducido por la temática de la herencia—sucesión. Primero se habla de una herencia que podía perderse, ya que solo había herederas mujeres que no podían reclamarla suya. (Sí, leíste bien.) Luego, se habla de la profunda necesidad que Israel tenía de un sucesor de Moisés, puesto que este estaba pronto a morir y no entraría ni llevaría al pueblo a Canaán.
Un dilema de herencia familiar (Números 27:1-11)
Tal vez, esto es extraño para nuestra cultura posmoderna occidental, pero en la antigüedad se valoraba mucho el legado familiar preservado por las futuras generaciones. Una de las maneras de preservar dicho legado u honor era la descendencia —especialmente a través de hijos hombres– pero otra muy importante era por medio de tierra y posesiones.
Específicamente, este caso es un reflejo de un dilema cultural y legal antiguo que aquejaba a un grupo de mujeres, puesto que no se acostumbraba a considerarlas dentro de las herencias del patrimonio familiar más importante: la tierra. Si bien las hijas podían recibir dinero, joyas e incluso porciones de tierra de parte de su familia al momento de casarse, las mujeres no eran consideradas para heredar el patrimonio familiar y administrarlo como solían hacerlo los hombres.4 (Sí, ya sé lo que estás pensando. Aguanta un poco más, controlemos nuestra ansiedad feminista–antipatriarcal.)
Este contexto problemático —que las únicas herederas de una familia fueran mujeres– trae consigo una especie de dilema legal. Sin embargo, Dios se encarga de validar el requerimiento de las hijas –Majlá, Noa, Joglá, Milca y Tirsá– e instruye a Moisés y a los líderes concederles el derecho de recibir la herencia de las tierras familiares en Canaán. De hecho, Dios les dice que si esto vuelve a ocurrir en el futuro, las mujeres tienen el derecho de recibir la herencia familiar sin impedimentos. Dios es claro al decir que esto es “lo justo” (Números 27:7). (Ya, listo. Ahora podemos respirar sin ansiedad.)
Si bien lo que ocurre es algo que culturalmente no se acostumbraba hacer en la antigüedad, el pasaje nos enseña que la sabiduría y justicia de Dios muchas veces —la mayoría de las veces— no se ajustan a la cultura humana predominante.
El Sucesor de Moisés: Josué (Números 27:12-23)
La última sección de Números 27 nos presenta otra cuestión de sucesión: Moisés está en el final de sus días e Israel necesita ser guiado por una persona idónea a Canaán. En pocas palabras: ¿Quién estará a cargo?
El pasaje cuenta que YHWH mandó a Moisés a subir un monte y contemplar desde lejos la tierra que él daría a los israelitas. Una vez que Moisés pudiera contemplar la tierra desde lo alto a la distancia, entonces sería su hora de partir y “reunirse con sus antepasados como lo hizo Aarón” (Números 27:12-14). Moisés vio la tierra prometida desde lejos, pero Josué entró a Canaán. (Tranquilos, Moisés todavía no muere. Tiene largos sermones —todo el libro de Deuteronomio— que darle a Israel antes de partir. Perdón, hice spoiler.)
Esto se explica de mejor manera cuando YHWH le recuerda a Moisés su desobediencia en Meribá–Cades (Números 20), donde fue sancionado con la prohibición de entrar a Canaán tras golpear la roca y no reconocer su santidad ante el pueblo. (¿Viste? Otra vez con eso de sacar en cara las cosas malas del pasado. Es una broma.)
En pocas palabras, la pregunta ya no es quién heredará la tierra de la familia, sino quién heredará la tarea y posición de Moisés para llevar a Israel a Canaán. (O como dirían en la famosa serie El Chapulín Colorado: “Oh, ¿y ahora quién podrá ayudarnos?” Caída de carnet detected.)
Moisés ve al pueblo de Israel como “ovejas sin pastor” y se compadece de ellos. De hecho, esta expresión —como ovejas sin pastor— se repite en otras partes de la Biblia, para hablar de la profunda necesidad de Israel por la protección, provisión y guía de YHWH.5 Dios mira con compasión a Israel a través de Moisés y luego a través de Jesús, el Buen Pastor (Juan 10:11).
Un nombre nuevamente destaca en el relato: Josué (este mismo nombre fue traducido como “Jesús” en el Nuevo Testamento). Josué se destacó como un fiel colaborador de Moisés6 de larga data y uno de los dos sobrevivientes (junto con Caleb) de la primera generación que salió de Egipto (Números 20). El ministerio de Josué puede ser descrito en 3 tareas principales7:
Guíar al pueblo para que obedezcan la ley.
Comandarlos en la guerra contra enemigos.
Repartir la tierra que Dios le daría a Israel en Canaán.
Si bien el ministerio de Josué no es igual al de Moisés –Josué debía consultar con el sacerdote a diferencia de Moisés que hablaba cara a cara con Dios–, Moisés se encarga de nombrarlo como su único y directo sucesor delante de todo el pueblo tal como YHWH se lo había encargado (Números 27:20-23).8 (Habemus Papam, perdón, Habemus Pastor.)
Finalmente, Josué se encargaría de completar la obra de Dios de manera fiel, pastoreando al pueblo de Dios, triunfando en batallas y repartiendo la tierra tal como Dios lo había prometido a sus padres (Josué 21:43-45). Por medio de este nuevo pastor, Josué, Dios llevaría adelante su plan: formar un numeroso pueblo que habitara en su tierra bajo su ley y bendición. (Perdón, me emocioné e hice otro spoiler de lo que viene más adelante. Espero no uses esto como excusa para no seguir leyendo tu Biblia, en especial el Antiguo Testamento. Recuerda: Dios te está mirando.)
Conclusiones

Así como Israel tras el segundo censo, que podamos mirar tanto nuestro pasado como nuestro futuro a la luz del evangelio para crecer en temor al Señor, perseverar por su gracia en medio de las dificultades y agradecer a Dios por sus enormes bendiciones.
Así como las hijas de Zelofejad, busquemos cada día la sabiduría del Señor para vivir de manera justa y recibir la herencia del reino de Dios que nos ha sido dada por gracia en Cristo.
Así como Moisés, que aprendamos a confiar en Dios como nuestro Buen Pastor —Jesús— para (1) vivir en obediencia al Señor; (2) ser guardados de nuestros enemigos (los deseos pecaminosos, las tinieblas y la muerte); y (3) recibir nuestra parte en la herencia del reino de Dios.
Dios nos ayude.
Evangelio y Reino: Una Interpretación Cristiana del Antiguo Testamento, Graem Golsdworthy, 2014.
Números 26:1-2; Números 31.
Génesis 12:1-3; 15:18-21; 17:4-8; 22:16-18; 26:1-5; 28:10-17.
Comentario del Antiguo Testamento de Tyndale, Números, Gordon J. Wenham.
Ezequiel 34:5-6; Mateo 9:36-37; Marcos 6:34.
Números 11:28; Éxodo 17:9; 24:13; 32:17.
Josué 1.
Comentario del Antiguo Testamento de Tyndale, Números, Gordon J. Wenham.